LA ÉTICA EN LA VIDA POLÍTICA
El
hombre es un ser libre, con capacidad de autodeterminación, es decir, capaz de
obrar luego de una libre elección. Esta elección se lleva a cabo como resultado
de un conocimiento que define el carácter de una conducta, ya que está
vinculado con una conciencia moral que aprueba o desaprueba un determinado
acto.
Tanto
la moral, como el derecho y los usos sociales, forman parte de un todo mayor:
la ética. Hablar de ética es hablar del bien y del mal. Cada acto está obrando
directa o indirectamente sobre una vida.
La
política es la ciencia social y práctica cuyo objeto es la búsqueda del bien
común de los integrantes de una comunidad. El bien común no es sólo la tarea
del poder político sino también razón de ser de la autoridad política.
Por
lo tanto, es el bien común el principio y fin ético de la política. Será bueno
todo aquello que beneficie, tienda, acreciente o promueva el bien común. Será
malo todo aquello que tienda a perjudicarlo, disuadirlo, disminuirlo, etc.
El
bienestar general se logra por medio de una auténtica justicia social cuya
finalidad es obtener una más justa distribución de la riqueza entre todos los
grupos sociales. Hace falta la presencia de un estado capaz de generar este
equilibrio. Un estado que no elimine la responsabilidad de las personas, de las
comunidades y de las organizaciones intermedias. Un estado que no convierta en
dependientes a los ciudadanos y en pupilas a las comunidades y organizaciones
intermedias. Un estado que no les quite sus obligaciones. Esa orientación de la
intervención estatal ha sido nefasta para la sociedad civil, la ha hecho débil.
Pero tampoco sirve un estado ausente, que deje la suerte de sus habitantes al
juego de la oferta y demanda. Ni un estado indiferente a los problemas
sociales.
En resumen, la naturaleza de un estado o de la
sociedad política, es la búsqueda del bien común. El estado se desnaturaliza,
es decir pierde su esencia, cuando se corrompe. Corromper, entre otras
acepciones posibles, es alterar la forma de alguna cosa; así el estado corrupto
ya no tiende al bien común sino que se desvirtúa transformándose al provecho de
unos pocos.
Los
factores que conducen a la desnaturalización del estado, a su proceder
éticamente negativo, inmoral, ilegítimo e ilegal son principalmente: a) la
corrupción, b) la tentación del poder absoluto y c) la pérdida de un orden
político.
a)
Este tipo de corrupción se da siempre que el dinero ocupa un lugar preferencial
en la escala de valores de una sociedad. Y lo cierto es que así parecen estar
hoy las cosas en la mayoría de los países. Lo común es que un funcionario viole
sus deberes de lealtad al pueblo por alguna condición económica, es decir,
porque hay dinero de por medio. En términos generales, la corrupción política
es el mal uso público (gubernamental) del poder para conseguir una ventaja
ilegítima, generalmente secreta y privada. El término opuesto a corrupción
política es transparencia. Por esta razón se puede hablar del nivel de
corrupción o transparencia de un Estado.
b)
Todo poder tiende a corromper; el poder absoluto corrompe absolutamente.
Alguien que carece de una sensibilidad moral excepcional, y que no es sino una
persona ordinaria, común y corriente, puede sucumbir frente a la tentación
extraordinaria que surge de las inmensas posibilidades del poder, a menos que
se la limite y se la controle.
c)
Bajo cualquier sistema político existe un orden político natural al cual la
acción política debe sujetarse en aras de la estabilidad y el bienestar de la
nación. El orden político es la única posibilidad de trabajar por el bien
común. Su contraparte, el desorden político, implica el desquicio general de
las funciones sociales, de modo que nadie trabaja en lo que le compete.
Por
lo tanto una conducta será éticamente positiva siempre que el hombre encamine
su vida conforme a las costumbres sociales y normas jurídicas vigentes, y cuyos
principios morales, que por naturaleza indican qué es lo bueno, no queden sólo
en el campo de la abstracción o el conocimiento, sino que los concrete mediante
su observancia y las lleve a la práctica. La virtud es la disposición
constante a conducirse de acuerdo al
bien y a evitar rigurosamente el mal.
Las virtudes que hacen ética a una conducta, y
que son además indispensables en un estado democrático, son las siguientes:
- v Austeridad: consiste en llevar una vida modesta y de probada honradez.
- v Veracidad: virtud que nos conduce siempre a manifestar lo que creemos o pensamos.
- v Lealtad: nos obliga a ser fieles y rigurosos en el cumplimiento de los compromisos y obligaciones, en la correspondencia de afectos, etc.
- v Tolerancia: respeto y consideración de las opiniones ajenas. No es aprobar el error, sino simplemente, la capacidad de convivir con lo diferente.
- v Espíritu de Trabajo: Inclinación a realizar con entusiasmo y eficacia los labores que se emprenden.
- v Perseverancia: firmeza en los propósitos o en la prosecución de algo que se ha comenzado.
- v Caridad o Fraternidad: consiste en considerar a nuestros semejantes como hermanos. Es el amor al otro que se manifiesta mediante acciones de beneficencia y benevolencia.
- v Patriotismo: vínculo espiritual que nos une a la patria incondicionalmente. Se manifiesta sirviendo con amor y abnegación, alentando los ideales de la nación, reverenciando sus glorias, amando su tradición y respetando sus símbolos.